La atmósfera dorada y sublime de las columnatas clásicas: una belleza atemporal. La superficie ranurada y opaca recoge la luz y la devuelve a nuestros ojos modulando las sombras con delicadeza y elegancia.
Los recipientes para compartir la comida se colocan en la mesa para estar disponibles a todos, sin distinción. Están sabiamente proporcionados: cada uno es el doble del otro, para una composición armónica de los elementos en el centro de la mesa.
Los seis colores combinan felizmente uno con el otro, discretamente, dejando el protagonismo a la comida.
